Los metales en la historia
El paso entre el paleolítico y el neolítico es considerado un paso relevante en el desarrollo de la especie humana. Es en esta etapa en la que el ser humano se fue haciendo capaz de construir espacios urbanos cerca de las fuentes de agua, aprendió a cultivar la tierra y a domesticar animales. Al final del paleolítico, el ser humano descubre los metales, que dieron un importante impulso a su desarrollo, marcando el paso de la Edad de Piedra
a la Edad de los Metales.
El descubrimiento y la utilización de los metales fue uno de los acontecimientos más influyentes en el desarrollo cultural de la humanidad. A fines del paleolítico, hacia el año 4.000 a.C., en el cercano oriente, el ser humano descubrió los metales, dando inicio a la edad de los metales. En un comienzo, fue mezclando elementos como la madera, el marfil, la piedra y la arcilla con diversos metales, lo que le permitió perfeccionar la elaboración de sus adornos, utensilios, herramientas e implementos de caza, reemplazando a la manufactura lítica de instrumentos, como hachas, puntas de flecha, cuchillos, etc.
La utilización de los metales, y las consecuencias que ella trajo al desarrollo de los asentamientos humanos, marcó el fin de la Edad de Piedra y el inicio de la Edad de los Metales, dos grandes periodos de la prehistoria.
Edad de Cobre
No se sabe con exactitud cuál fue el primer metal trabajado, pero el más importante y difundido fue el cobre. Al parecer, el proceso de trabajar los metales, fue descubierto al mismo tiempo que se controlaba el uso del fuego y se descubrían sus posibilidades. Comienza, de esta forma, la metalurgia del cobre a través del fuego y, junto con esto, aparece el cultivo con arado y surgen las primeras poblaciones.
Edad de Bronce
La edad de bronce se inicia cuando las sociedades más complejas que fueron emergiendo y consolidándose idearon combinar el cobre con el estaño, resultando el bronce. Este período se prolongó en Europa occidental desde el 2.000 hasta el 1.000 a. C.
El bronce alcanzaría un notable auge, pues las más diversas sociedades de la Antigüedad lo tuvieron como su metal preferido, tanto para la ornamentación como para sus instrumentos y utensilios cotidianos.
Este periodo se distingue por la metalurgia de bronce y por el nacimiento del comercio a partir del descubrimiento de la rueda, lo que permitió el perfeccionamiento de los medios de transporte. La rueda fue utilizada en el arado, impulsando la agricultura.
Edad de Hierro
Luego de la Edad de Bronce, comienza la denominada Edad del Hierro. En este periodo, los avances en metalurgia alcanzaron niveles insospechados y, dado que el hierro es un metal difícil de trabajar, sólo pudo desarrollarse en sociedades más complejas.
Al agotarse las materias primas para obtener el bronce, fue necesario utilizar el hierro, el cual se encontraba en pequeños fragmentos diseminados en el suelo.
La mayor ventaja del hierro sobre el bronce residía en el hecho de que los filones para extraer el mineral eran mucho más abundantes y, por tanto, más económicos en comparación con el bronce. No era necesaria aleación alguna y constituía un material muy adecuado para la fabricación de sierras, hachas, azuelas y clavos.
El trabajo del hierro es muy difícil y necesita elevadas temperaturas. La industria siderúrgica comenzó humildemente, produciendo primero objetos de adorno y más tarde útiles de labranza e instrumentos de paz (como ejes de carro, cadenas, etc.). Durante un tiempo se continuó fabricando armas de bronce. Cuando se tuvo armas y útiles de trabajo de hierro, se abrieron para el ser humano tiempos nuevos, modos de vivir diferentes de los pasados. La metalurgia del hierro implicaba la necesidad de ser un pueblo adelantado, con ordenamiento social y estatal, pues era necesario el trabajo en grupo. Los pueblos del cercano Oriente y del mediterráneo lo usaron para la fabricación de armas, moldes, escudos, monedas, vasijas y joyas, como las encontradas en las tumbas egipcias. Se destacan, en esta edad, las espadas, que primero fueron de bronce y posteriormente de hierro, y las fíbulas (hebillas, imperdibles), que reemplazaron a las grandes agujas de la cultura de los campos de urnas.
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